Muchas veces las diferencias entre un equipo y otro para ganar un partido son imperceptibles a simple vista. Cuando un jugador no se destaca sobre el resto o un conjunto no se muestra dominante en un área del partido, la pregunta del público pasa por qué ese elenco terminó quedándose con el triunfo.

El hecho es que el trabajo sucio, lo que no se suele remarcar en la estadística o que simplemente no aparece, es lo que separa a un equipo de otro. Y eso ocurrió en la noche de este domingo en el Amway Center de Florida.

En un juego muy igualado, Milwaukee acabó sonriendo en territorio ajeno frente a Orlando 104-96 y la gran razón de esto fue el mayor esfuerzo del equipo de Jason Kidd. Más allá de la excelente participación de Giannis Antetokounmpo (18 puntos y nueve rebotes) o las 20 unidades de John Henson, el equipo Buck se lo llevó por meticuloso, por mostrar un poco más que sacrificio que el dueño de casa.

Esta diferencia ocurrió en los tableros. Milwaukee se posicionó mejor para los rebotes, se sacó de encima a un encima de muchos hombres fuertes como Gordon, Biyombo, Ibaka y Vucevic para dominar los tableros. Si bien Vucevic contabilizó 16 recobros desde el banco para complementar con 17 tantos para un doble-doble, la visita se destacó en el rubro con una ventaja de 53-46 para alzarse con la victoria.

Si bien ambos equipos consiguieron diez rebotes ofensivos (12-4 en segundas oportunidades, los ocho puntos de diferencia en el resultado final), Milwaukee logró siete defensivos más que su rival para ceder menos oportunidades de anotación. Exceptuando Miles Plumlee -que apenas jugó tres minutos-, todos los jugadores de la visita sumaron al menos un rebote para contribuir al esfuerzo colectivo.

Poniéndose el overol y sin un brillo para las mejores diez acciones de la noche, Milwaukee mostró que más allá de contar con un plantel joven, las lecciones están aprendidas y que el equipo necesita un poco más de consistencia para estar entre las mejores franquicias de la liga.