Parada difícil, Tigre tenía que parar a San Lorenzo, rival de turno que venia pisándole los talones a Boca Juniors en la punta del torneo. Además, el Matador sufría una baja muy sensible, afuera el Chino Luna por acumulación de amarillas, pero en su lugar ingresaba el colombiano Sebastian Rincón.

Comenzó el encuentro, y había que demostrar en la cancha. El cuervo salió a quemar motores y en los primeros minutos a Tigre le costaba encontrar la pelota.

La primera clara era para el Azulgrana, que de la mano de Fernando Elizari, pero estuvo con la mira torcida y con el arco a su merced se fue desviado.

Con el correr de los minutos, Jorge Rodríguez, se encontró con la pelota y le dio futbol a un equipo que sufría, más que nada por la subida de los laterales de Emmanuel Más y Julio Buffarini.

Ya con el Japo inspirado, de sus pies nacieron las mejores jugadas para el local. Un tiro de media distancia, ejecutado por el uruguayo, se le colaba en el ángulo a Torrico, pero el 1 alcanzó a desviarla, el Matador se arriba, el Matador quería el primero.

Ya en el segundo tiempo, con un cabezazo letal del incansable Martín Cauteruccio, venció a D´Angelo, que nada pudo hacer, facturó y San Lorenzo se puso arriba en el marcador.

Era empezar de nuevo, refrescar las ideas e ir por empate. Cabe destacar que Erik Godoy ingreso en el entretiempo por Ernesto Goñi, lesionado. En busca del gol que los lleve al empate, se vio una sociedad que hace varios partidos venían insinuando. La sociedad Rodríguez-González se entendieron a la perfección. El Japo y Fede están conformando una sociedad que puede ser fundamental para la creación de juego de Tigre.

Sebastian Rincón, con lo último, por que el colombiano sufría los calambres de un partido friccionado, gato el último cartucho y se encontró con el gol. Empate y alegría para Tigre. Todo lo contrario para San Lorenzo que lo alejaba de su objetivo.

Los últimos minutos fueron todos de Tigre. Pero el cansancio hizo su parte, y el empate fue un hecho.

Un párrafo aparte en para Juan Carlos Blengio. Una verdadera muralla en el fondo, sacando todo lo que caía en el área, ordenando a sus compañeros. Frenando cada subía de San Lorenzo. Todos los aplausos para el Chimi.