Independiente y Unión de Santa Fe debían enfrentarse anoche en Avellaneda, pero tres horas antes del partido el Aprevide (organismo de seguridad de la Provincia de Bs As) y la policía decidieron suspenderlo por falta de garantías (ver: https://www.vavel.com/ar/futbol-argentino/268902-suspendido-independiente-union.html ).

Como siempre los perjudicados fueron los hinchas genuinos quienes sacaron entradas, retiraron bonos previa reserva por internet (vale aclarar que los barras, quién sabe cómo, también los consiguen) y se quedaron sin poder ver al club de sus amores. Ni hablar de los jugadores que se enteraron que no saldrían a la cancha en sus respectivas concentraciones.

Los dirigentes de Unión se manifestaron ofuscados por la suspensión, ya que el club perdió una buena cantidad de dinero, incluyendo traslados, comida y alojamiento, sin contar el cansancio de los viajes que sufrirán sus jugadores, al no saberse para cuándo se reprogramará el partido. Javier Cantero, titular de Independiente, se mostró conforme por el accionar de la policía, pero una vez más se demostró en los hechos que sus afirmaciones acerca del triunfo sobre la barra están lejos de ser una realidad (ahora hay dos barras a falta de una).

Para este semestre se prohibió el ingreso de hinchas visitantes, pero el drama sigue acechando las canchas argentinas. Los barrabravas ya no solo se pelean con sus pares de otros clubes, sino que se disputan el poder interno, que incluye manejo de “trapitos” (estacionamiento en las inmediaciones), reventa de entradas, venta de merchandising pirata y otras yerbas. Por otro lado, la solución mediante la implementación del AFA PLUS no será posible mientras se empadronen a estos “hinchas caracterizados”, o se los haga pasar por un costado como ocurrió en la prueba piloto que se realizó hace algunas fechas en el partido entre Colón de Santa Fe y San Lorenzo.

La tribuna está en llamas y no por la pasión como debería ser, sino por grupos de delincuentes que se ufanan de ser los dueños del aguante y la fiesta en las canchas, pero lo que menos les importa es lo que ocurre dentro de ellas, pues el partido lo viven de espaldas sobre un “para avalanchas”.

El fútbol se murió anoche un poco más y, a menos que se tomen medidas de fondo en el corto plazo, será difícil resucitarlo. En un país donde este deporte mueve multitudes, unos pocos se encargan de ensuciarlo, de oscurecerlo, de destruirlo por intereses políticos y económicos. El fútbol señores, nuestro fútbol, está en terapia intensiva.