A Boca le falta juego. El conjunto dirigido por Miguel Ángel Russo carece de generación de fútbol. Y esto no es ninguna novedad, sino un problema que se sigue arrastrando y que continúa complicando los momentos más decisivos. Si bien hay que ser conscientes de las dificultades que supone una semifinal de Libertadores, el inconveniente de Boca para ser protagonista y realizar un juego preliminar y no tan vertical, es muy preocupante.

Los 90 minutos fueron muy igualados. Un partido sin áreas, sin ocasiones de gol en ninguno de los dos arcos. Ha sido un encuentro muy trabado y estudiando, sin concesiones ni desequilibrios. No se propuso mucho.

Santos planteó un marcaje individual muy estricto sin dejarle mucho espacio y posible proyección ofensiva a Boca. El xeneize no pudo contrarrestar esto y el choque terminó siendo hasta aburrido. De todos modos, el equipo brasileño demostró ser algo más desde la agrupación y la combinación, pero no tuvo la profundidad suficiente como para poder llegar a sorprender al local.

No es un mal resultado, pero evidentemente no es el mejor. La falta de creatividad en Boca preocupa. Sin embargo, para el partido de vuelta hay que tener en cuenta que de visitante Boca puede tener más espacios porque Santos deberá renunciar al marcaje estricto para ir a buscar el partido. Es ahí cuando el conjunto argentino puede llegar a mostrar su mejor versión y meterse en la gran final. La serie está abierta.