“Hemos tomado la decisión de que este ciclo llegue a su fin”. Con esta frase, Edgardo Bauza informaba a todos los presentes su decisión de no continuar al mando de San Lorenzo. El entrenador, que se convirtió en ídolo, causó una gran tristeza en los hinchas del conjunto de Boedo. Él, el que le dio el mayor logro y reconocimiento internacional al club, daba un paso al costado.

El ciclo del ex Liga de Quito fue muy fructífero para el Ciclón. Los de Boedo pelearon todo lo que jugaron, siempre fueron los animadores del torneo y estuvieron cerca de obtener un nuevo título. Quizás, el mayor dolor que les quedó es no poder hacer un mejor papel en la Copa Libertadores de este año, en la que ellos defendían el título. Sin embargo, estaban vivos en el torneo local y Bauza apuntó todos sus cañones a eso. Sin embargo, Boca también quedó afuera del certamen continental y continuaba con vida en el campeonato. Ambos, pelearían hasta el final codo a codo por el título.

San Lorenzo se movió siempre con un mismo esquema: 4-2-3-1. Para algunos, el Patón Bauza era un técnico defensivo. Sin embargo, a la hora de atacar los dos que se movían a un costado del enganche se transformaban, prácticamente, en extremos. Héctor Villalba, de un lado, y Sebastián Blanco, del otro, eran los encargados de generar desequilibrio por las bandas y de retroceder para darle una mano a la última línea a la hora de defender.

El conductor era Leandro Romagnoli, pero una lesión, que necesitó una intervención quirúrgica, lo dejó un buen tiempo fuera del campo de juego. El equipo sintió la ausencia del ídolo azulgrana y la parte creativa recayó en los pies de Néstor Ortigoza. Sin embargo, el ex Argentinos volvería lesionado de la primer fecha doble de Eliminatorias para Rusia 2018. El volante sufrió un desgarro y pudo volver recién en la última fecha.

El técnico intentó suplir las ausencias con lo que tenía, ya que San Lorenzo no estaba para hacer grandes erogaciones de dinero. Pero las alternativas no rindieron lo esperado y el Ciclón se quedó “sin nafta” a un cuarto de milla. Ese momento fue el que aprovechó Boca para subirse a la cima y nunca bajarse.

De esta forma, el Patón le puso fin a un gran y exitoso ciclo en San Lorenzo. El entrenador se ganó el cariño y el reconocimiento de los hinchas, que le agradecerán eternamente el regalo que les dio apenas seis meses después de haber llegado. Sí, se va un ídolo. Pero no es un adiós, sino un hasta luego.

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