El 2015 terminó siendo un gran año para Boca Juniors. Se cumplieron gran parte de los objetivos pactados a principios de temporada, como la obtención del Campeonato de Primera División y la Copa Argentina. A la espera quedaron la Copa Libertadores, el máximo objetivo del club en este año y, por momentos, el nivel de juego del equipo, no estuvo a la altura de la calidad que tiene el plantel.

Boca se sacó la pesada mochila de ser campeón. Un club grande necesita títulos y el Xeneize llevaba cuatro años sin poder conquistar el certamen doméstico (Apertura 2011). La última vuelta olímpica del club había sido en el 2012, cuando el equipo que dirigía Julio César Falcioni conquistó la Copa Argentina. Después de eso, el conjunto azul y oro comenzó a sumar frustraciones, una detrás de otra. El peso de volver a salir campeón cada vez se hacía más evidente en el rendimiento de algunos jugadores, que debían soportar tamaña presión. Los bajones se notaron. Pero este Boca, con el liderazgo de Carlos Tevez en la segunda mitad del año, supo dar con los objetivos a pesar de caer en viejos errores, como quedarse con 9 hombres frente a Racing.

La próxima temporada seguramente se verá a un Boca más suelto, más dinámico y con la suficiente madurez como para no volver a tropezar con la misma piedra. El objetivo principal nuevamente será la Copa Libertadores, aquella obsesión que no conquista desde el 2007 y que se le escapó de las manos en el 2012. Pero la duda que queda en el aire de acá a fin de año será en torno al futuro entrenador. ¿Seguirá Rodolfo Arruabarrena? Depende pura y exclusivamente de si Daniel Angelici consigue la reelección el 6 de diciembre (el DT anunció que se irá junto al Presidente que lo trajo si éste no gana en los comicios del club).

El Vasco Arruabarrena tiene a su favor haber hecho una gran campaña desde el lado estadístico, pero debe la regularidad en el nivel de juego del equipo. Por momentos, fue muy bueno y por otros, demasiado irregular. Más teniendo en cuenta la cantidad y la calidad de futbolistas con los que cuenta el entrenador, en gran medida gracias a que supo armar el plantel y llevar a los jugadores a tener un rendimiento parejo. La rotación, en su momento, fue un gran acierto para mantener descansados y en competencia a sus futbolistas, pero le terminó jugando en contra a la hora de encarar los encuentros importantes. Demasiados cambios hacen que un equipo no se conozca de memoria.

Arruabarrena, o el próximo entrenador que asuma en el Xeneize, no deberá tocar demasiadas piezas. Boca solo necesita conseguir un 3 que se adueñe del puesto y un central de jerarquía para hacer dupla con el Cata Díaz. Después, la base está. El plantel es extenso y competitivo. Solo le falta crecer y, a su vez, potenciar a los juveniles que vienen pidiendo pista como Rodrigo Bentancur o Andrés Cubas. El equipo está para grandes cosas y no sería descabellado que logre dar otra vuelta en el primer semestre del 2016.

Para el próximo año, las expectativas en el club estarán centradas especialmente en la Libertadores. El máximo certamen continental volverá a ser el objetivo primordial y este Boca, sin la mochila de la necesidad a cuestas y con el liderazgo futbolístico de Carlitos Tevez, puede soñar a lo grande.

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