"Tragedia", una palabra que automáticamente paraliza, llama la atención, pone a uno a reflexionar. Puede pasarle a cualquiera, en cualquier momento, en cualquier lugar; tal vez, eso sea lo que motiva a la gente a estremecerse al leer ese término. Esta vez, le tocó a un boxador. A un pugilista de tan sólo 17 años... Sí, se juntaron dos cosas: "tragedia" y "17 años". Las muertes jóvenes, generalmente, duelen más, conmueven, hacen pensar qué habría sido de esa vida de no haber sido por la desgracia.

El personaje en cuestión es -o era- Gerardo Rojo, un cordobés que participaba de la velada de boxeo de anoche en el Salón Nicanor Hernández, en la provincia de Santa Cruz. El chico vivía en Río Gallegos, capital provincial de dónde se realizó el combate contra Leonardo Báez. 

Rojo, integrante de la Selección Cordobesa de Boxeo, fue campeón de los Juegos Evita 2013, en Mar del Plata, representando a Córdoba, y era el actual campeón del Título Provincial Cordobés de su categoría (hasta 49 kg). 

El hecho negro de la noche se dio luego de la pelea de su hermano, Gabriel Rojo, también peleador y ante la mirada del padre de ambos, que recibió la triste noticia en el hospital. Rojo recibió un fuerte golpe al cuerpo que lo derribó, quedando inconsciente. Ante esto, cuenta mediante, el referí dictaminó la victoria por knock out de Báez.

Los médicos ingresaron a examinar al cordobés y, al constatar la gravedad del caso, lo trasladaron de urgencia al hospital distrital, donde, pocas horas después, se confirmó su deceso.

Desde aquí, el más afectuoso abrazo para su familia y amigos. El boxeo está de luto. Que en paz descanse.