La rivalidad entre los Estados Unidos y la Unión Soviética se llevó más allá de los medalleros olímpicos. Con la invasión de la URSS en tierras afganas, James Carter, el presidente de los Estados Unidos, afirmó que: “Ir a Moscú sería como un sello de aprobación a la política exterior de la URSS”.
A causa de esto, 64 países (Argentina inclusive) se adhieren a la decisión yanqui de no viajar a la capital rusa y apenas 80 naciones intervienen en los Juegos.

Una gran cantidad de deportes se vieron mermados a raíz de la poca cantidad de equipos que participaron. El hockey, por ejemplo, solamente tuvo la participación del equipo local, por lo que debieron recurrir a la invitación apresurada de selectivos poco competitivos.

Como era de esperarse, la Unión Soviética se impuso en el medallero con total autoridad: 195 medallas (80 oros) contra las 126 (47 doradas) de la República Democrática Alemana.

El gimnasta local Aleksander Dityatin es el más destacado deportista de los Juegos al ganar el oro en todos los eventos de gimnasia (8).  Los británicos Steve Ovett y Sebastian Coe, futuro presidente del COI, son los compatriotas y rivales más destacados. Coe era el favorito en los 800 m, mientras que Ovett tenía más opciones en los 1.500 m, prueba en la que llevaba 45 carreras consecutivas sin conocer la derrota. Los roles se invirtieron y Ovett ganó los 800m y Coe llegó en el segundo lugar. Días más tarde, Coe se tomo revancha y obtuvo el oro en los 1500m, mientras que Ovett el bronce.

El pugilista cuban Teófilo Stevenson se convirtió en el primer boxeador en ganar tres oros consecutivos, en la categoría de superpesado.