Tras la impecable y ordenada celebración de los Juegos Olímpicos de Atenas 1896, los primeros desde su renacimiento (ver “Feliz 120 aniversario Juegos Olímpicos”), en la segunda edición, celebrada en la capital francesa, la desorganización fue el foco de atención a la hora de llevar a cabo este certamen.

Primero y principal, el enojo del pueblo helénico para con Pierre de Coubertin por llevar esta tradición griega a otro país. Un períodico local aseguro que: “el señor Coubertin es un ladrón al querer que los Juegos se celebren en ciudades que no sean griegas. Así nos roba una de nuestras más preciadas joyas, las Olimpíadas”.
Estos Juegos ya habían fracasado antes de comenzar, ya que Coubertin debió conceder que dicho torneo se incluyera en el programa de la Exposición Universal, que en ese año se desarrolló en París.  Debido a esto, esta segunda edición no solo no tuvo ceremonia de apertura ni de clausura, sino que la competencia de extendió durante mas de ¡seis meses! (24 de mayo al 28 de octubre), hasta los propios atletas abandonaron la ciudad de la luz sin haberse enterado que en las pruebas que participaron correspondían a un Juego Olímpico.  
La pésima organización se hizo notar hasta en las propias delegaciones. La alemana, por ejemplo, debió pasar su primera noche en París durmiendo en la calle, porque no se le habían reservado las habitaciones de su hotel.

Pero bueno, vayamos a lo positivo que dejaron estos Juegos:

Se incluyeron en el programa olímpico deportes como el polo, cricket, golf, fútbol, gimnasia y remo, entre otros.

Las mujeres participaron por primera vez de un Juego Olímpico, rompiendo la misoginia de Coubertin. Un total de 23 señoritas dijeron presentes en tenis, golf y croket.
Charlotte Cooper, de Inglaterra, se convirtió en la primera campeona olímpica al vencer a la francesa Helen Prévost en tenis.

Respecto a Atenas 1896, los países participantes aumentaron de 12 a 29 y los atletas de 176 a 1.224, los cuales compiten en 16 disciplinas.
Uno de los más destacados fue el estadounidense Ray Ewry, quien, pese a había sufrido una parálisis en su infancia y los ejercicios de rehabilitación permitieron estar en Francia,  gano tres medallas de oro en el mismo día en salto. Otra de las grandes figuras fue su compatriota Alvin Kraenzlein, que obtuvo cuatro títulos en tres días en 60 metros, 110 y 200 con vallas y salto en largo, estableciendo un nuevo récord olímpico.

Uno de los grandes acontecimientos para la Argentina en estos Juegos fue la primera participación de un atleta albiceleste en los mismos. Se trata del esgrimista Eduardo Camet (Espada), quien paso la fase de grupos con cuatro triunfos y una caída. En la segunda ronda Camet volvió a clasificar segundo derrotando a otros cuatro esgrimistas. Finalmente el argentino radicado en Europa culminó en el quinto puesto.