Sebastián Blanco fue uno de los que participó de la mayoría de los partidos del Torneo de Transición, en 15 para ser exactos, pero sin haber arrancado siempre de entrada.

Un poco criticado, y hasta resistido, por el público debido a su bajo rendimiento y la falta de definición dentro del área. Sin embargo, su nivel este año fue de menor a mayor y terminó siendo muy bueno, a pesar de que en la final con Lanús estuvo flojo como la mayoría de sus compañeros.

Jugando por izquierda, por derecha y por el medio, demostró mucho sacrificio y pinceladas de buen fútbol en pos de lo que fuera lo mejor para el equipo. Si se necesitaba atacar, él no se escondía, pedía la pelota e iba para adelante, aunque en gran parte de las veces no terminaba bien las jugadas. Cuando había que defender, siempre estuvo para dar una mano tanto a Emanuel Más como a Julio Buffarini.

Solamente marcó dos goles en el torneo pero ambos fueron importantes, sobre todo el segundo. El primero fue en la novena fecha ante Belgrano. San Lorenzo iba perdiendo, de local, por 2-0 y él marcó el descuento de cabeza. El partido lo ganó el Ciclón por 3-2. El otro fue en el empate por 1-1 de la última fecha ante Banfield. Resultado que le dio la chance a su equipo de jugar la final con el Granate.

El peor encuentro del volante, o el que más se le reprocha, fue en el primer clásico con Huracán. Allí, con el resultado 1-0 a favor de su equipo, en los últimos minutos, en un tiro libre en ataque, en vez de jugarla corta para tener la pelota como se lo pidió Pablo Guede, y como querían todos los hinchas, mandó un centro a nadie que fue a las manos del arquero Marcos Díaz. Minutos después, llegó el empate.