Esta película, River ya la vio. Y no hace mucho. En los octavos de final de la Copa Libertadores pasada, quedó eliminado insólitamente ante Independiente del Valle: debía meter dos goles para ir a los penales, pero sólo metió uno, en la noche donde Librado Azcona sacó todo, no menos de seis situaciones clarísimas de gol. Ayer, en Cochabamba, se dio una especie de deja vú: estando 0-2, River hizo todo para anotar el gol de visitante y de la tranquilidad. No sólo no lo hizo, aún teniendo ocasiones realmente inmejorables, sino que Wilstermann metió el tercero y definirá la llave en Buenos Aires con tres goles a favor.

Es inevitable olvidar la pérdida del dúo goleador: River extrañó demasiado a Sebastián Driussi y Lucas Alario, y tuvieron una mala noche Nacho Scocco (quien dilapidó una chance abajo del arco) y Santos Borré (quien no gravitó y por mal nivel terminó ingresando Carlos Auzqui). Y este jueves, en el Monumental, el Millonario deberá ser certero al cien por cien, ya que debe ganar por al menos cuatro goles de diferencia. Venciendo 3-0 forzará los penales, y si el cuadro boliviano anota un gol, obligará a River a meter cinco, con muchísima presión.

Si Wilstermann anota un gol en el Monumental, River deberá marcar cinco.

Sin dudas, sólo salvará a River una hazaña y desafiará a la historia, ya que La Banda nunca pudo remontar una serie copera con tres goles de desventaja. Lo más similar fue en los 8vos de la Libertadores 2001, cuando perdió la ida 2-0 ante Emelec pero en Núñez (con Ortega, Saviola, Cardetti) goleó 5-0 y avanzó. O en la Copa Sudamericana 2007, la inolvidable serie ante Botafogo, que llegó a estar 3-1 en el global pero el triplete de Falcao fue épico para mantener en carrera al Millonario. Y la más cercana, la remontada contra Cruzeiro en la Libertadores 2015: los brasileños ganaron 1-0 en Núñez, y en la revancha, River sacó a relucir su espíritu copero y goleó 3-0 en Belo Horizonte, riéndose de los pronósticos y sepultando el karma de La Bestia Negra. Hay antecedentes que invitan a soñar.

El panorama es oscuro, sin embargo, más allá de todos los défecits mostrados anoche, sobre todo defensivos, River llegó a dominar el partido, de visitante, en la altura. Pecó su falta de efectividad, que en la Copa se suele pagar con eliminación. Los méritos no son suficientes si no se plasman en la red del rival, que es lo que cuenta. Quedan 90 minutos y cuatro goles separan a River de la semifinal. Es el momento para la hazaña e ir por la consagración, o quedarse en el camino lamentándose por lo que podría haber sido y no fue. A todo o adiós.