Tarde gris en la ciudad y nadie me espera… Eso dice la canción. Una sola verdad se vio esta tarde: La tarde gris, porque a Godoy Cruz lo esperaba una final más. Una más en ese camino hacia la final del certamen en Córdoba.

¿Frío? Sí, pero la gente se encargó de ponerle el calor necesario a un partido de esta envergadura, frente a un rival en los papeles accesibles, pero el elenco de Méndez no conoce de especulaciones y se largó a jugarlo nomás.

Y jugó. Desde el pitazo inicial de Néstor Pitana (de regular partido) el Expreso se encargó de demostrar quién mandaba. Lógico, en rodeo propio manda el mismo torero y así fue.

Como desde hace tiempo, en condición de local, el costado derecho del ataque bodeguero marcó el camino que se debía seguir. Con un Fernando Zuqui que ya no sorprende por su excelente nivel, y con Pol Fernández quien, más allá de la marca personal de Mario Bolatti, se encargó de lastimar una defensa bastante débil, casi diezmada en el nivel futbolístico.

La visita no se quedó atrás, y en momentos bastantes dispersos ofrecieron alguna que otra situación de peligro. En un contexto extraño, donde se encontró al elenco de Zielinski totalmente agazapado en su área, y esperando el contragolpe.

Ayoví, por su parte, sin un lugar definido jugó de buena forma por el lado derecho y el izquierdo. Dormido Silva y Godoy y con un Correa que no presentaba demasiado peligro, se fue desarrollando el juego. La cantidad de situaciones que podría haber abierto el marcador es innumerable.

Por el lado de Belgrano, Rey se quedó con un gol hecho de César Pereyra que se transformó en la única situación de peligro de la visita.

Pero, tanto va en cántaro a la fuente que tarde o temprano pasa. El frío, las nubes, todo lo gris se borró de un zapatazo furibundo de Guillermo Pol Fernández, que de zurda colgó la Adidas Argentum en el ángulo izquierdo de Olave (párrafo aparte para el showman cordobés). Delirio del público mendocino que se mete de cabeza en la punta del certamen.

Con mayor jerarquía, el Expreso salió a la segunda mitad a enfrentar a un ultradefensivo Belgrano (que ya contaba con la presencia de Prediger en el fondo de la defensa).
Y desde el vamos, el Tomba quiso liquidar el trámite con dos avisos de alarma que salvó Pier Barrios y Saravia. Seguía siendo mucho más Godoy Cruz que la visita.

La magia llegó a los 20 minutos de la segunda mitad. Con el deseo de terminar el pleito, de manera visionaria pisaba el verde césped David Ramírez con la propuesta ofensiva que pensaba Sebastián Méndez.

Pero no. La entrada del diez bodeguero sólo despertó los sentidos de la visita quien inquietaba por los llamados de atención, y que ya emparejaba el nivel deportivo del Tomba pero que perdía chances claras de igualar el resultado. Además, Rey hacía honor al nombre y era el monarca del arco. No paraba de sacar soberbios pelotazos de parte del visitante.

Todo esto, formaba un cóctel altamente peligroso para todo aquel que sufría problemas de corazón. Godoy Cruz quería el tercero antes que el segundo y por momentos, relegaba zonas vitales de la defensa y hacía llegar el peligro al arco de Rey. Esto no era impedimento para que se viva una fiesta en las coloridas gradas del  estadio de parte de los hinchas, quienes no se olvidan que la próxima es contra San Martín en pueblo viejo.

A esta altura -40 minutos- ya se sabía que San Lorenzo había ganado y metía presión en los jugadores tombinos, que defendía la embestida pirata y se mantenían expectantes ante una contra indudablemente esperada pero que no llegaría.

Los hinchas ya coreaban, ya se abrazaban. Algunas lágrimas surcaban mejillas. Las risas se soltaban a un cielo gris, ya teñido de azul y blanco por el humo de las bengalas. La victoria se acercaba y una provincia entera se comía las uñas al ver que se jugarían cuatro minutos más.

Se terminaba la espera. Pitana pitaría que Godoy Cruz era puntero del Torneo de Primera División de Argentina. Queda una final. San Martín, y este ejercito irá a San Juan a ganar la última batalla.