Iván Emiliano Borghello es un futbolista argentino. Juega en la posición de delantero en Atlético Paraná de la Primera B Nacional. Surgió en las inferiores de Newell’s Old Boys de Rosario. Debutó en Primera División en el 2002, y dos años más tarde, fue campeón del Apertura con La Lepra. En 2006, emigró a México para jugar en Santos Laguna. Tras una temporada, volvió al fútbol argentino para disputar la 2007/08 en Talleres de Córdoba, donde convirtió tres goles en los tres clásicos de la ciudad. Luego, fue transferido a Godoy Cruz. Volvió a emigrar, esta vez a Ecuador, para jugar en Deportivo Quito y ser campeón en 2009. Después, retornó al club que lo vio nacer como jugador. En 2011, jugó en el Barcelona de Ecuador y allí consiguió su tercer título como profesional. Entre los años 2012 y 2015, pasó por All Boys, Gimnasia de La Plata, y Huracán, donde ganó dos títulos nacionales. Y antes de regresar al país, estuvo en el Bolívar de La Paz hasta mediados de este año.

Primeros años

Nació el 21 de enero de 1983 en Paraná, Entre Ríos. Se crió en el barrio Consejo junto a sus seis hermanos, en un lugar con muchos niños y muchas familias jóvenes, ya que cuando sus padres fueron ahí eran adjudicaciones para los recién casados. “Nos criamos prácticamente estando afuera en el barrio, con grupos de amigos jugando a la pelota, a las escondidas. Nosotros tuvimos la posibilidad de tener ese tipo de vida”, describió el jugador haciendo referencia a sus primeros años de vida.

Su primer contacto con la pelota fue de chico, cuando jugaba en el barrio con chicos de edades similares. Y con apenas cinco años comenzó a “jugar en Toritos de Chiclana”, un club que le quedaba a pocas “cuadras”. “Y allá por los cinco años, un vecino que iba a jugar a Toritos de Chiclana, que a nosotros nos quedaba a una o dos cuadras, me invitó a ver si queria ir y me volví loco. Fue una cosa de que cuando regresé de ese día, le dije a mi papá que me lleve a Toritos a jugar porque me encantaba”, mencionó el Memo, como lo apodan hasta el día de hoy.

En “El Tricolor”, el paranaense jugó desde los cinco hasta los trece años, y sobre eso recordó: “Fue una de las etapas más lindas de mi vida. Para mi fue una especie de integración total a la vida social y deportiva. Recuerdo los viajes, los compañeros, los campeonatos jugados y ganados, las alegrías, las comidas que hacíamos en el club. Y esos amigos que uno por ahí por la dinámica de la vida se va alejando, pero que lo tiene en el recuerdo. El fútbol para mí fue todo, en el barrio y en el club”.

De Paraná a Rosario

Luego, contó que llegó a las inferiores de AFA de Newell’s porque lo vieron jugando un campeonato en la ciudad de San Lorenzo (Santa Fe), el cual jugó con la camiseta de Sportivo Urquiza y no con la de Toritos. En ese torneo cayó por 1 a 0 en la final contra el equipo rosarino. Y después de un año y medio de seguimiento, y ante la insistencia del club, terminó yendo a Rosario con tan sólo 14 años.

Allí, su adaptación en el comienzo no fue fácil, especialmente en “el primer año”. ” Los primeros dos años fueron durísimos. Porque uno estaba acostumbrado acá a lo que era la sociabilización en un club de barrio, en una competencia prácticamente nula. Y después llegar a una ciudad nueva, grande, a una pensión que tenía 60 personas conviviendo juntas, con una dinámica social diferente, ir al club y competir por jugar, por tratar de ganar un lugar en AFA, era distinto. El primer año fue durísimo, estaba lejos de familia, de todo el contexto familiar, tuve que cambiar de escuela e involucrarme en un proyecto deportivo. Pero estando allá me di cuenta que era más difícil de lo que pensaba. Me sirvió muchisimo a nivel social, a nivel humano, y a nivel aprendizaje”, reconoció el delantero.

Borghello debutó en Primera División con la camiseta Newell’s Old Boys a los 19 años, en el 1 a 1 ante Boca Juniors en El Coloso del Parque (en la actualidad recibe el nombre de Marcelo Bielsa), por la fecha 10 del Apertura 2002. “Me tocó jugar mi primer partido en contra Boca Juniors en cancha de Newell’s. Fue todo muy rápido. Tuve un nerviosismo inmenso en el primer partido, y no dormí durante dos noches”, manifestó, y agregó: “Y después empezó realmente la competitividad profesional. Ya empezás a pelear un lugar, te suben, te bajan, vienen los distintos estados de ánimo del jugador propio de la edad, del desarrollo muscular y cognitivo, de la capacidad mental, y con picos de idas y vueltas. Fue una de las etapas más difíciles. Lo recuerdo como algo hermoso, pero traumático también”.

Al poco tiempo de debutar, tuvo una lesión ligamentos cruzados que le llevó diez meses volver a jugar. Cuando regresó a las canchas en el 2004, justo agarró el Tolo Gallego la dirección técnica del Leproso, y éste fue el que lo puso al 100% de sus posibilidades luego de un “acondicionamiento físico bastante intensivo”. “Él me llevó de a poco con el cuerpo técnico, me hizo un acondicionamiento físico bastante intensivo. Y para julio me anunciaron como jugador profesional en el club. Y ahí después de una sucesión de hechos y lesiones, me tocó jugar en la fecha 4, gracias al Tolo que me puso en el plantel de primera y me hizo jugar de titular”, expresó el de 33 años.

En ese mismo año, Newell’s se consagró campeón del Apertura con tan sólo 36 puntos, cortando una racha de doce temporadas sin títulos. Al respecto, el Memo recordó: “Empezamos a tener una racha positiva, empecé a ser titular en un equipo que ganaba, y me tocó salir campeón en el club que había hecho todas las juveniles. Eso fue una de las mejores cosas que me pasó deportivamente, poder lograr algo con el club que había dado la posibilidad de competir desde chico”.

Algo efímero

En 2007, pasó a Talleres de Córdoba, en el que estuvo solamente una temporada y convirtió 16 goles (cuatro de ellos ante Belgrano, Instituto y Racing de Córdoba) en 37 partidos. El goleador dijo que su etapa en la ciudad fue una de “las más lindas” de su carrera. “Creo que fue una de las más lindas y más cortas. Personalmente me fue relativamente bien. Tuve un feelling con la gente inmenso. Me sentí identificado enseguida con la camiseta y con los colores. Y hasta el día de hoy que a veces extraño ese club”, opinó.

Además, rememoró el momento de su gol que le dio la victoria a la T en el clásico ante Belgrano: “Fue una tarde de domingo en el Chateu Carreras en ese momento, con toda gente de Belgrano. Nosotros veníamos un poquito golpeados por un cambio de entrenador, y ellos venían bien. Hicimos un partido durísimo, un partido apretado, en el que nos pusimos 1 a 0 y después lo defendimos a muerte. Ese día me cambió, fue un antes y un después”.

Paso por varios clubes

Luego, fue transferido a Godoy Cruz de Mendoza. Allí marcó ocho goles y repartió seis asistencias en 35 encuentros. Su gol más recordado en el Tomba fue el que le hizo a River en la fecha 18 del Clausura 2009, ya que le dio la victoria por 1 a 0 y determinó que su equipo se quede una temporada más en Primera.

En el 2010, tras cuatro temporadas jugando en diferentes clubes volvió a su querido Newell’s por seis meses, siendo dirigido por Roberto Sensini. En referencia a eso, lamentó haberse quedado afuera en Sudamericana y aseguró que “fue como volver a las raíces”. “Me quedó la sensación de que podríamos haber avanzado un poco más en Sudamericana. Hubiese sido un sueño haber logrado una copa internacional con Newell’s, pero no se dio. Fui seis meses y fue como volver a las raíces”, señaló Iván a VAVEL.

Entre 2012 y 2015, pasó por All Boys, Gimnasia de La Plata y Huracán. En el Albo marcó nueve tantos en 34 partidos; en El Lobo no fue tenido en cuenta ya que tan sólo disputó 502’ en la 13/14; y en el Globo ganó la Copa Argentina y la Supercopa Argentina.

En el exterior

Su primera experiencia fue en México, más precisamente en Santos Laguna, en el 2006. En ese paso, disputó 23 partidos en los que metió 12 goles. “Me agarró medio inmaduro. No me integré bien de entrada. Tuve un muy buen cierre de año, pero los primeros ocho o nueve meses no fueron como yo hubiese deseado”, lamentó el experimentado futbolista.

Tres años más tarde, llegó el turno de Ecuador, donde jugó una temporada en Deportivo Quito. Allí, fue campeón nacional, ganándole en la final al Deportivo Cuenca por 3 a 2. Además, tuvo la posibilidad de disputar la Copa Libertadores. Y a comienzos de 2011 regresó al club, participando de pocos encuentros.

A mediados de ese año, fue traspasado al Barcelona de Ecuador, en el cual alzó el título de campeón meses más tarde. “Fue una experiencia única. Creo que la mejor experiencia en el exterior, porque es un equipo que jugas a veces con 60 o 70 mil personas, con una eurforia de la gente y un nivel de pasión impresionante”, destacó Borghello haciendo referencia a su etapa en el Barca de Guayaquil.

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Por último, jugó en el Bolivar de La Paz (Bolivia) hasta mediados de este año. Sobre eso, contó que no fue una experiencia buena porque junto con su familia no se pudieron adaptar a la altura.

Actualidad

Hasta el día de la fecha, se encuentra jugando en su ciudad natal, más precisamente en Atlético Paraná, equipo que milita en la Primera B Nacional y es dirigido por Darío Ortíz. “Mi deseo era jugar en un equipo de la ciudad y poder estar acá con mi familia. Ahora lo estoy viviendo con mucha pasión. El otro día me tocó jugar mi primer partido como titular y estoy con muchas ganas de seguir haciendolo, de que el equipo se quede en la categoría, y simplemente eso, sumar”, finalizó el Memo.

Gol a Los Andes