Independiente aprendió mucho en el último semestre: a jugar de visitante, a hacerlo con compromiso, actitud e intensidad, a entusiasmar a su público, a sumar siempre. Le costó, pero también logró ser protagonista en casi todos los partidos. Sin embargo, le faltó encontrar formas de vulnerar a rivales que tendían a repliegues masivos, y sobre todo, a ser efectivo. Esto último le valió no poder clasificar a la Copa Libertadores por intermedio del torneo local.

El equipo, entonces, también aprendió a masticar bronca pero seguir trabajando de la misma forma a sabiendas de que el camino era el correcto. Por eso Independiente salió a pasar por arriba a Deportes Iquique, y al cierre del primer tiempo parecía encaminarse a una goleada histórica. El público no sólo estaba alegre por lo observado: estaba orgulloso por la actuación del equipo. El buen funcionamiento no fue una novedad sino una continuidad, sólo que esta vez fueron goles todos los que el arquero de Lanús evitó. Además, se hicieron dos goles de pelota parada, que venía siendo un punto débil.

Un gran deseo generalizado en el público era que Leandro Fernández volviera al once inicial con un gol. Se cumplió con creces, puesto que el ex Godoy Cruz potenció al ataque con su movilidad constante, saliendo, entrando, tocando más rápido de lo que lo hacían Emanuel Gigliotti y Lucas Albertengo, siempre listo para cualquiera de sus dos perfiles. Le dio a Ezequiel Barco un pase exquisito tras generarle el espacio y después selló un golazo colectivo con muchísimos toques, paciencia para circular y criterio para acelerar.

El otro gran deseo era el de ver convertir a Barco después del penal que le tocó fallar ante Lanús. También se cumplió. Pero aún más importante fue ver al juvenil de 18 años con la ilusión renovada: salió a jugar a la pelota, a divertirse. Fue un dolor de cabeza para la defensa, ya sea quedándose como extremo o cerrándose a jugar. Aún así, deberá aprender a desprenderse de la pelota un segundo antes y con mayor precisión.

El resto del equipo también aprende: Fabricio Bustos, a jugar con los ojos puestos en él como uno de los mejores laterales que se hayan visto en el fútbol argentino de los últimos años. Gastón Togni fue titular en una posición nueva y diferente, pero lo hizo muy bien. Por su parte, el tándem Diego Rodríguez - Nery Domínguez se afianza cada vez más.

El aprendizaje continúa y esta vez la lección fue la de no relajarse. Independiente jugó un brillante primer tiempo, pero salió al segundo con la comodidad que suele otorgar una amplia ventaja. Los dos goles de Iquique dejaron un sabor amargo, pero quizás se les de demasiada entidad, teniendo en cuenta que el equipo de Ariel Holan, en definitiva, logró el triunfo, ha demostrado fiabilidad de visitante y demostró ser muy superior cuando jugó al tope de concentración.